El ácido hialurónico se ha convertido en la referencia cosmética para muchos profesionales y también para muchos interesados en mejorar el aspecto de su rostro. Sus efectos son tales que son muchos los que se preguntan si el ácido hialurónico y el botox son lo mismo o, como mínimo, tienen la misma utilidad, pero no es así. En este artículo te contamos cuáles son las diferencias básicas entre el botox y el ácido hialurónico, así como qué es exactamente una y otra sustancia y cuál es la más recomendable dependiendo de lo que estés buscando. ¡Vamos a ello!

¿Qué es el ácido hialurónico?

El ácido hialurónico es un compuesto que está presente de forma natural en nuestro organismo, y cuya función es la de conseguir que la piel esté más tersa, luminosa e hidratada. El motivo por el cual se ha de comenzar a usar, especialmente con efectos estéticos, a partir de cierta edad es porque llega un punto en el que nuestro cuerpo genera esta sustancia en unas dosis muy inferiores a las que la generaba años anteriores, motivo por el cual se recomienda su utilización a partir de entre los treinta y los treinta y cinco años. Antes de ello no suele ser necesario, porque nuestro cuerpo ya se encarga de suministrar la dosis de ácido hialurónico que necesita nuestra piel para verse perfecta.

Hay diversas formas de aplicar el ácido hialurónico, muchas de ellas implican la intervención de un profesional para conseguir el efecto deseada y otras puedes realizarlas tú misma en tu casa, ya que existen productos de ácido hialurónico, que puedes usar con tranquilidad y sin necesitar ningún tipo de especial pericia para proceder. La función del ácido hialurónico es rellenar las arrugas y conseguir que la piel vuelva a lucir tersa y elástica, pues con los años esos efectos se pierden debido a la reducción de esta sustancia en nuestro cuerpo, por lo que se trata de un producto cada vez más demandado, ya que, además, sus efectos son inmediatos.

¿Qué es el botox?

El botox es toxina botulínica, aunque se conoce más ampliamente como botox porque así es como se llamaba la marca que lo comercializó por primera vez. Como su propio nombre indica, se trata de una toxina y es capaz de generar parálisis muscular, motivo por el cual se utiliza tanto en el ámbito médico como en el ámbito estético. No es una sustancia que se encuentre naturalmente en nuestro organismo, como sí sucede con el ácido hialurónico, sino que es una toxina que se incorpora en las arrugas que queremos eliminar, aprovechándose de los efectos que genera en la musculatura, ya que relaja ese músculo y previene su movimiento. Tiene una duración aproximada de entre cinco y seis meses, por lo que sus efectos no son definitivos pero sí inmediatos, y realmente el efecto en cuestión radica en paralizar el músculo para que no aparezca la arruga.

Es necesario que este producto sí se aplique de mano de un especialista, no es en absoluto recomendable que una persona se inyecte botox a sí misma, por lo que es un tratamiento estético que requiere de la intervención obligatoria de un profesional. Esto se debe, entre otros motivos, a que precisamente por el funcionamiento del propio botox equivocarse y pinchar en una zona no deseada podría generar la parálisis de un músculo que no deseamos paralizar, consiguiendo así una expresión desagradable y por lo tanto un efecto muy alejado de nuestra intención original.

Diferencias entre botox y ácido hialurónico

Aunque son muchos quienes confunden ambas sustancias, debido a que a efectos visuales pudiera parecer que el tratamiento de ácido hialurónico y la inyección de botox pudieran ofrecer un efecto similar, lo cierto es que no tienen nada en común. El ácido hialurónico es una sustancia natural que genera nuestro propio cuerpo, y que pasado un tiempo genera en menores dosis, de ahí que se aplique de forma externa para conseguir que la piel vuelva a lucir igual de tersa y luminosa que lo hacía en años anteriores, cuando nuestro propio organismo ya se encargaba de generar este ácido. El botox, por el contrario, es una toxina cuyo efecto es ajeno a nuestro organismo y que lo que hace es paralizar la musculatura, por lo que no es una cuestión de aplicar una dosis adicional de algo que genera nuestro propio cuerpo sino que es algo externo a él.

En esta misma línea, el ácido hialurónico se puede aplicar por nuestra cuenta si el tratamiento por el optamos así lo contempla. Por ejemplo, hay muchos productos cosméticos que cuentan con ácido hialurónico entre sus componentes, o directamente ampollas de ácido hialurónico que podemos aplicar sobre nuestra piel sin problema, aunque en determinados casos, según lo que busquemos, sí necesitaremos de un especialista. No obstante, el botox ha de ser aplicado necesariamente por un profesional, ya que las consecuencias de hacerlo mal pueden ser muy negativas y además siempre se aplica mediante una inyección, mientras que la aplicación del ácido hialurónico puede ser tópica.

En el caso del botox, sí es necesario tener un periodo con una serie de restricciones para que no afecte a los efectos del botox, en tanto que eso no ocurre con el ácido hialurónico, pues tras aplicarlo no es necesario tener cautela con los movimientos realizados con los músculos faciales. Un punto en común, no obstante, es que ambos productos tienen efectos inmediatos pero no definitivos. Este último es uno de los mitos más comunes con respecto al ácido hialurónico, que interpretan que sí basta con aplicarlo una única vez, pero al igual que el botox es necesario reiterarlo en el tiempo para que sus efectos se conserven. Eso sí, otra de las ventajas del ácido hialurónico frente al botox (aunque no son lo mismo y por lo tanto no tienen por qué competir, ya que si bien tienen efectos similares no funcionan igual ni sirven exactamente para lo mismo) es que el primero tiene una duración aproximada de entre 8 y 10 meses, mientras que el botox tiene una duración de entre 5 y 6, de modo que los efectos del ácido hialurónico duran más tiempo.