Eliminar la sensación de dolor es una prioridad en todo procedimiento médico, sobre todo cuando se trata de hacer frente a intervenciones agresivas o que se llevan a cabo en puntos del cuerpo con un gran número de terminaciones nerviosas.

El avance de la ciencia ha permitido que en la actualidad los equipos médicos puedan eliminar la sensación de dolor de los pacientes gracias a la anestesia, un producto que se prepara a base de opiáceos y que tienen la capacidad de inducir al paciente en un estado de relajación y de inconsciencia controlada para evitar experimentar dolor.

Pero a menudo se habla de sedación y no de anestesia a la hora de especificar el método que se va a emplear para inhibir el dolor del paciente durante el procedimiento. ¿Qué diferencia hay entonces con la anestesia? ¿Se usan los mismos compuestos? ¿Tienen el mismo efecto? Los expertos en anestesiología responden.

¿Qué es la sedación?

Se entiende por sedación la administración de medicamentos que inducen al paciente a un estado de relajación y de absoluta calma. En determinadas dosis, puede lograr adormecer al paciente durante la intervención (un sueño más ligero que el de la anestesia, pero que cumple su propósito) y es perfecto para aquellas intervenciones quirúrgicas en las que es necesario aplicar anestésicos más allá del nivel local, pero no se requiere el uso de anestesia general.

La sedación se puede administrar en bajas dosis (anxiolisis) para dejar al paciente consciente pero relajado; en dosis moderadas, tras las cuales el paciente queda en un estado de conciencia controlada (responde a estímulos verbales o táctiles, aunque puede no recordar nada del procedimiento); o en dosis más elevadas para aplicar sedación profunda y dejar al paciente en un estado de seminconsciencia, en el que el paciente está en un estado de sueño ligero, pero aún responde a ciertos estímulos de intensidad.

La sedación puede ser administrada por vía oral, por vía intravenosa o por inhalación, en función de la valoración de los profesionales y de la naturaleza de la intervención.

¿Qué es la anestesia?

Se entiende por anestesia la administración de compuestos que logran que el paciente entre en un estado de inconsciencia, inhibiendo cualquier reacción a estímulos externos y, por ende, no padeciendo dolor durante las intervenciones.

La anestesia general suele estar compuesta por una mezcla de propofol, tiopental, midazolam, ketamina y etomidato si se administra por vía intravenosa. Si se administra a través de la inhalación, se suele utilizar una mezcla de óxido nitroso, halotano, isoflurano y desflurano, junto con dosis de sevoflurano.

La anestesia general provoca un estado de inconsciencia completa, inhibiendo cualquier capacidad de respuesta del paciente, mientras que la anestesia local logra adormecer por completo una zona específica del cuerpo, dejando al paciente consciente (es el tipo de anestesia que se utiliza, por ejemplo, en odontología, durmiendo por completo zonas de la boca, pero manteniendo consciente al paciente).

La combinación de estos elementos depende de un anestesiólogo profesional, que empleará una selección única en dosis concretas según los requisitos el paciente, su historial clínico y la naturaleza de la intervención.

En ambos casos es importante que un anestesiólogo profesional mantenga monitorizadas las constantes vitales del paciente. De ahí que la formación sea indispensable y que los anestesiólogos cuenten con todo lo necesario para poder analizar las circunstancias clínicas del paciente correctamente, a través de la realización de preguntas y el chequeo del paciente con análisis de sangre y otros recursos que permitan conocer más sobre su estado.

Donde se puede conocer el verdadero papel que juega la anestesia y lo extendido que está su uso es en Sedalux.es, un portal digital que permite que anestesiólogos profesionales trabajen de una manera distinta al ayudarles a administrar su tiempo mientras continúan desarrollándose profesionalmente en su ámbito. Pediatría, odontología, ginecología, cirugía estética, fisioterapia… son muchos los sectores de la medicina donde se necesita la buena praxis de un especialista en anestesiología.

Diferencia entre anestesia y sedación

Coloquialmente, se usa el término “sedación” para referirse a la aplicación de una anestesia más leve que la general, que induce un estado de relajación e inconsciencia más leve y pasajero que el de aquella, del cual es más fácil despertar y cuya sensación de “resaca” en el organismo es menor.

En cambio, “anestesia” se utiliza cuando se quiere decir que se va a emplear un cóctel de fármacos que inducirán un estado de inconsciencia más potente. En realidad, las diferencias tienen más que ver con los efectos que generan en el organismo, dado que hay que entender que la sedación, administrada en dosis bajas, moderadas o altas, tiene efecto en todo el organismo y lo que logra es inducir un estado de calma. Cuando ese estado de calma es más elevado, se logra la seminconsciencia, y en dosis más bajas lo que se obtiene es un efecto relajante o sedante. De ahí el término “sedación”.

Pero la anestesia no tiene por qué actuar en todo el organismo. De hecho, puede administrarse anestesia de manera localizada (anestesia local), pero no inducir un estado de relajación. Eso es porque la anestesia inhibe por completo los receptores del dolor en la zona en la que tiene efecto, y lo que varía es precisamente la zona donde el cóctel de fármacos actúa. Si se administra en dosis bajas, se logra un efecto localizado, manteniendo al paciente despierto, pero con la zona afectada totalmente dormida (anestesia local).

En estos casos el paciente no tiene por qué estar calmado, dado que la anestesia local actúa en una región concreta del cuerpo y no induce un estado de relajación, a no ser que se administre por vía oral o respiratoria, en cuyo caso, y en función de la dosis, sí podría lograr un estado de calma a través del adormecimiento.

Si la dosis es mayor, se inhiben los receptores del dolor de todo el organismo a través de la inducción al sueño del paciente, que queda dormido por completo y no recibe estímulo alguno del exterior.