Elegir entre un suelo radiante eléctrico o por agua puede ser una decisión crucial para tu hogar, especialmente cuando buscas eficiencia y comodidad. Ambos sistemas ofrecen ventajas únicas y están diseñados para adaptarse a diferentes necesidades y preferencias. 

El suelo radiante eléctrico proporciona una instalación más rápida y menos invasiva, ideal para renovaciones. En cambio, el sistema por agua, aunque más complejo de instalar, resulta más eficiente a largo plazo y puede ser más económico en grandes superficies. 

En esta guía, explicaremos las características, beneficios y consideraciones de cada opción para ayudarte a tomar una decisión informada.

Ventajas de la calefacción por suelo radiante

Con la ayuda de los expertos en suelo radiante de https://tsclima.com/suelo-radiante/ pasamos a mostrarte algunas de las muchas ventajas que ofrece la calefacción por suelo radiante. Es importante destacar que solo te vamos a mostrar las principales para evitar que el listado se haga demasiado largo. Y recuerda, si tienes dudas, a través del equipo de Tsclima esas dudas pueden ser resueltas con rapidez.

  • Calefacción más estética: el suelo radiante se integra de manera discreta en el edificio, permitiendo una distribución de espacios completamente libre y sin obstrucciones en las paredes. Al ser invisible, maximiza el uso del espacio y evita los problemas de acumulación de suciedad en las paredes, algo que suele suceder con los radiadores tradicionales. Este sistema proporciona una ganancia de aproximadamente un 7% en el espacio habitable.
  • Calefacción más confortable: este sistema ofrece una distribución del calor suave y uniforme, eliminando las zonas frías y proporcionando una temperatura ambiente cercana a las idealmente recomendadas para el confort fisiológico. A diferencia de otros sistemas de calefacción, el suelo radiante opera sin ruidos de ventilación o circulación de agua, creando un ambiente agradable y silencioso en el hogar.
  • Calefacción más saludable: el suelo radiante, al ser un emisor radiante, mantiene la humedad ambiental estable y evita el secado del aire, un problema común con sistemas como el aire acondicionado. Además, mejora la calidad del aire interior al no generar movimiento de aire que pueda mezclar polvo o ácaros. Esto contribuye a una atmósfera más saludable y cómoda en el hogar.
  • Calefacción más económica: este tipo de calefacción permite reducir la temperatura ambiente en 1 a 2°C sin sacrificar el confort. Según datos de ADEME, bajar 1°C en la temperatura interior puede disminuir el consumo de calefacción en un 7%, lo que se traduce en un ahorro significativo en las facturas.

¿Piso eléctrico o de agua?

Con la ayuda de Tsclima, te presentamos dos opciones para calefacción en el suelo, para que puedas tomar una decisión informada.

La calefacción por suelo radiante eléctrico, se compone de cables calefactores dispuestos en marcos de aproximadamente 80 cm de ancho. Estos cables se colocan sobre una malla sintética con un espacio entre ellos que varía entre 13 y 25 cm. Un instalador profesional asegura estos marcos al aislamiento del suelo, y luego se vierte una capa de solera sobre el conjunto. Este sistema se regula de manera individual en cada habitación a través de termostatos.

Por otro lado, el suelo calentado por agua, o sistema hidráulico, es un sistema de calefacción en el que se utilizan tubos integrados en el suelo para transportar agua caliente a baja temperatura. Los tubos se fijan a una losa plana o a un aislamiento mediante clips, con una separación de entre 10 y 20 cm. El agua circula a través de estos tubos y se distribuye mediante colectores conectados a una caldera o bomba de calor. Sobre el conjunto se aplica una capa de solera de cemento o anhidrita. Este sistema puede ser reversible si se usa con una bomba de calor reversible, lo que permite calentar en invierno y enfriar en verano.

Presupuesto del suelo radiante

La calefacción por suelo radiante eléctrico presenta un coste inicial bajo, ya que no requiere de un generador adicional como una caldera o una bomba de calor, a diferencia de la calefacción por suelo radiante hidráulica.

En cuanto al uso, el coste es más alto debido al elevado precio de la electricidad. Por otro lado, la calefacción por suelo radiante hidráulica exige una inversión inicial mayor, pero resulta más económica a largo plazo. Esto se debe a que el consumo de energía es menor.

Optar por sistemas de calefacción de baja temperatura tiene múltiples ventajas. La calefacción por suelo radiante de baja temperatura es compatible con diferentes fuentes de energía, lo que te ofrece flexibilidad. Puedes calentar el agua utilizando una caldera de leña, gasoil, gas, una caldera eléctrica, una bomba de calor, entre otras opciones. La eficiencia de estos sistemas mejora cuando el agua circula a temperaturas más bajas, típicamente entre 30 y 35°C, lo que contribuye a un menor consumo de energía.

Un aspecto a considerar es que, al elegir calefacción por suelo radiante eléctrico, estarás comprometiéndote a utilizar electricidad de manera continua. En cambio, con el sistema hidráulico, puedes cambiar la fuente de energía si lo deseas en el futuro.

En cuanto al mantenimiento, el suelo radiante eléctrico no requiere cuidados especiales. En cambio, el sistema hidráulico necesita un mantenimiento anual para la caldera o bomba de calor y la limpieza de los circuitos cada 5 a 7 años.

En términos ecológicos, el suelo radiante hidráulico puede combinarse con calderas de alto rendimiento, bombas de calor o paneles solares, reduciendo así el impacto ambiental. En contraste, la calefacción por suelo radiante eléctrico tiene menos opciones para ser ecológica.

Si buscas confort durante el verano, el sistema hidráulico es más versátil, ya que puede ser reversible y proporcionar refrigeración, a diferencia del sistema eléctrico, que requerirá aire acondicionado adicional.

Finalmente, ten cuidado con los muebles, alfombras o colchones que estén en contacto directo con el suelo. Estos pueden bloquear la emisión de calor, lo que en el caso del sistema hidráulico resulta en una pérdida de eficiencia, mientras que en el sistema eléctrico puede causar sobrecalentamiento y daños, requiriendo reparaciones complicadas.